El preocupante incremento de la violencia escolar en Bogotá exige una atención inmediata y contundente. Las estadísticas oficiales de la Secretaría de Educación, que registran 2.260 incidentes entre enero y julio de 2025 en colegios públicos y privados, pintan un cuadro alarmante.

Las localidades más afectadas por las riñas escolares son Ciudad Bolívar (298 casos), Kennedy (291), Usme (246), Bosa (224) y Suba (224). Sin embargo, la problemática se extiende más allá de los muros de los colegios. El análisis de los conflictos en los entornos escolares revela cifras aún más preocupantes: Kennedy lidera con 1.635 reportes, seguida de Bosa (1.628), Ciudad Bolívar (1.501), Usme (1.383) y Suba (1.031).

El problema trasciende las simples riñas. El informe de la Secretaría de Educación también documenta casos de agresiones físicas, consumo de sustancias psicoactivas, violencia sexual y posesión de armas blancas dentro de los planteles educativos, generando una profunda inquietud entre padres de familia y autoridades.

La mayoría de estos incidentes se producen durante los recreos, al finalizar las clases y en las inmediaciones de los centros educativos. Las causas subyacentes parecen estar relacionadas con conflictos familiares, entornos violentos en el hogar, falta de apoyo psicosocial y, en algunos casos, represalias entre grupos de jóvenes.

Ante esta situación crítica, la concejal Diana Diago ha dirigido severas críticas a la administración del alcalde Carlos Fernando Galán, cuestionando la ineficacia de las medidas preventivas implementadas hasta la fecha. La concejal Diago denunció la ausencia de programas efectivos de prevención del delito y la violencia en los colegios, enfatizando que la violencia observada en las aulas es un reflejo de las dinámicas familiares y de la falta de apoyo por parte del Distrito.

Diago recalcó la imperiosa necesidad de políticas de prevención claras, el fortalecimiento de la convivencia escolar, el apoyo psicosocial integral para los estudiantes y la implementación de programas de orientación para padres de familia. «No podemos permitir que la violencia se normalice en la infancia. Si no actuamos hoy en los colegios, mañana tendremos adultos cada vez más violentos en la ciudad», afirmó la cabildante.

Como ejemplo concreto, la concejal recordó el incidente en el colegio Guillermo León Valencia, donde un menor fue atacado con un arma blanca por otro estudiante, un hecho registrado por las cámaras de seguridad del plantel. «La violencia de los hogares se reproduce en las aulas y en los entornos escolares. ¿Quién en Bogotá realmente camina seguro? Nadie, menos los niños», declaró Diago.

En respuesta a las críticas, la Secretaría de Educación aseguró estar trabajando en conjunto con las instituciones educativas, la Policía de Infancia y Adolescencia y las comisarías de familia para desarrollar estrategias de prevención, incluyendo apoyo psicosocial, talleres de convivencia y el fortalecimiento de las «escuelas de padres». Sin embargo, expertos en seguridad escolar consideran que las acciones implementadas son insuficientes y reclaman una mayor inversión y un seguimiento más riguroso.

La situación sigue siendo compleja. La violencia en los colegios no solo amenaza la seguridad de los estudiantes, sino que, según los analistas, podría contribuir a un incremento de la delincuencia juvenil si no se implementan políticas efectivas y sostenibles a largo plazo.

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