La tradicional carrera Séptima de Bogotá, entre calles 10 y 24, se ha convertido en un punto crítico para el comercio informal. Cientos de vendedores ocupan este corredor peatonal, afectando la movilidad y generando preocupación entre los residentes, transeúntes y comerciantes organizados.
A pesar de que algunos vendedores cuentan con carnets expedidos por el Distrito, la falta de control y supervisión ha permitido que muchos ocupen el espacio público sin autorización, instalando puestos desproporcionados que dificultan el paso.
👨🦱 Vendedores reconocen el problema
Nibelson Sáenz, quien lleva más de 28 años vendiendo sombrillas y correas en la zona, señaló que la situación ha cambiado con el paso del tiempo:
“Acá en el sector de la Séptima llevo aproximadamente 28 años, pero acá donde estoy estacionado yo llevo apenas, voy para cuatro años que estacionaron acá, los señores de la Alcaldía y del Ipes”.
Por su parte, Lidebrando Guerra, vendedor con 10 años en el sector, expresó su preocupación ante la posibilidad de ser desplazado:
“Esperamos que no nos vayan a sacar porque necesitamos el derecho al trabajo y tenemos hijos, familia. Pero sí, que nos organicen como estamos, pero ya organizados”.
🏢 Autoridades reconocen la sobrecarga
Según el Instituto para la Economía Social (Ipes), se han caracterizado alrededor de 1.200 vendedores informales en este tramo de la Séptima, distribuidos en tres zonas. Aunque se han promovido mobiliarios semiestacionarios de máximo 1.5 x 1.5 metros, en la práctica hay ocupaciones que superan los 8 metros.
El edil de Santa Fe, José Orlando Hernández, aseguró que la problemática ha superado la capacidad de respuesta de una sola institución:
“El problema sobrepasó la institucionalidad. No hay una sola entidad que lo resuelva; se necesitan cinco o seis instituciones y una parte operativa que haga cumplir la normatividad”.
🛠️ Ipes implementa medidas y protocolos
Desde el Ipes se adelantan labores de sensibilización con los vendedores, aplicando el decálogo para el uso responsable del espacio público y socializando el nuevo protocolo del decreto 315, el cual establece reglas para el ejercicio del comercio informal.
A medida que avanza este proceso, los comerciantes informales esperan soluciones dignas y sostenibles, que les permitan seguir trabajando sin afectar la movilidad, la convivencia ni la seguridad en este emblemático sector de Bogotá.






Comentarios