Este 9 de enero de 2025, Colombia perdió a uno de sus científicos más destacados: Manuel Elkin Patarroyo, quien falleció a los 78 años en Bogotá. Su partida deja un vacío enorme en el campo de la investigación científica, no solo en el país, sino también en el ámbito internacional.
Patarroyo, nacido en Ataco, Tolima, el 3 de noviembre de 1946, dedicó su vida a la medicina y la inmunología. Tras graduarse como médico cirujano en la Universidad Nacional de Colombia, amplió sus conocimientos en prestigiosas instituciones del extranjero, convirtiéndose en un referente mundial en su área. Su mayor aporte fue el desarrollo de la primera vacuna sintética contra la malaria, conocida como SPf66, un logro que marcó un antes y un después en la lucha contra esta enfermedad que afecta a millones de personas en zonas tropicales.
A pesar de que los resultados de la vacuna generaron debates en la comunidad científica debido a su eficacia variable en diferentes ensayos, Patarroyo demostró un compromiso ejemplar al donar su descubrimiento a la Organización Mundial de la Salud, con el propósito de que fuera distribuido gratuitamente a quienes más lo necesitaban. Este gesto solidario reflejó su visión de la ciencia como una herramienta al servicio de la humanidad.
A lo largo de su vida, el científico recibió numerosos premios y distinciones, como el prestigioso Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Sin embargo, su trabajo no estuvo exento de polémicas. El uso de animales en sus investigaciones suscitó críticas de grupos ambientalistas, poniendo sobre la mesa el debate ético en torno a ciertos métodos científicos.
Manuel Elkin Patarroyo dedicó gran parte de su carrera a la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (FIDIC), donde no solo continuó trabajando en mejoras para la vacuna contra la malaria, sino que también desarrolló nuevos proyectos con el objetivo de crear una fórmula que permitiera abordar diversas enfermedades infecciosas.
Su legado trasciende sus descubrimientos. Inspiró y formó a nuevas generaciones de investigadores colombianos, dejando una huella imborrable en la comunidad científica. Su partida es una gran pérdida, pero su trabajo y sus ideales seguirán vivos en cada avance impulsado por quienes, como él, sueñan con un mundo más saludable y equitativo.
Manuel Elkin Patarroyo será recordado no solo por sus logros, sino también por su incansable búsqueda de soluciones para los grandes problemas de la humanidad. Su vida es un recordatorio de que la ciencia, cuando está guiada por el propósito de servir, puede transformar vidas y construir un legado que perdure para siempre.






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